Lo había escuchado en una canción de Los Prisioneros: Por Raúl Garate

Vamos en Uber por Santiago, me dirijo hacia el Teatro Municipal de Santiago con mi polola llamada Elisa a escuchar una obra llamada “Réquiem” que tengo entendido que la compuso Wolfang Amadeus Mozart y que recurrentemente se le asocia a los funerales o algo así según ella me contó. Mientras recorremos la capital, comienzo a revisar el celular para investigar cuanto dura la mencionada pieza musical porque sinceramente no estoy muy animado con el panorama que escogió la Eli para que hiciéramos este sábado, pero bueno ella está en todo su derecho.

Mientras seguimos nuestro camino rumbo a calle Agustinas, miramos el ambiente que hay en las calles, pasamos por calle Santo Domingo y ahí vimos como una joven de aproximadamente 20 años estaba tocando guitarra a la salida de una de las tantas tiendas que adornan la avenida, pudimos admirarla de mejor manera ya que el chofer se detuvo frente a ella para esperar la luz verde, escuchamos que estaba interpretando una canción de Víctor Jara pero con una letra totalmente distinta a la original, deduje que había adaptado el tema a su situación personal. Pero, en fin, el chofer continuó la marcha.

En un determinado momento pasamos frente a la Plaza Brasil, y como es un lugar familiar esta prohibido pasar a alta velocidad por lo que el chofer recorrió el tramo a baja velocidad, y ahí fue cuando nos llamo la atención un grupo de jóvenes un poco menores que nosotros que en lugar de fumar y tomar, estaban con un parlante escuchando una base de rap mientras improvisaban rimas al ritmo de la música que sonaba.

Elisa en ese momento demostró lo culta que es, “La ciudad está llena de juglares” dijo, esa palabra la había escuchado en una canción de Los Prisioneros, pero no tenía idea de su significado, le pregunté y ella me dijo, que eran esos músicos que vagaban por las calles cantando y tocando en la edad media. Ahí fue cuando me acordé de los trovadores que creí que eran lo mismo, pero ella me corrigió, “Los trovadores eran como poetas de clase alta, que lo hacían por capricho, los juglares tenían como trabajo lo que interpretaban” me instruyó.

Toda esta travesía me sirvió para reconocer y maravillarme con la variedad musical que se puede encontrar en un paseo por la capital, pero lo que me dijo Elisa me hizo hacer un catastro de lo que la Edad Media entregó y de que forma sigue presente hasta nuestros días en el ámbito de la música.

Cuando llegamos al Teatro Municipal era como otro mundo, nos sentamos al lado de unas señoras que, en medio de la espera, comenzaban a conversar sobre música clásica, mencionando a Beethoven, Mozart, Schubert y hasta otros nombres que no se ni pronunciar ni escribir, en fin, cuando comenzó la función el publico estaba en un estricto silencio, esto me llevó a deducir que esta música no es que sea aburrida, sino que simplemente no es para cualquier persona.

Pensé en la mini disertación que me dio Elisa en el Uber, y desprendí que en cierto grado, aun estamos en algo parecido que la Edad Media, aun vemos a juglares subiéndose a las micros o al metro, tenemos trovadores que mediante el “pituto” logran hacer carreras sin tener las necesidades, pero lo más importante que el medioevo nos dejó musicalmente hablando: La música del pueblo, esa música alejada de los oídos refinados y que busca identificar y deleitar a cada uno de aquellos que no somos autoridad. ¿Esto quiere decir que estoy pololeando con una autoridad? No, pero la música tiene alcances ilimitados, de hecho, indirectamente a través de algo que había escuchado en una canción de un grupo como Los Prisioneros llegué a instruirme sobre la edad media, ¿Quién lo diría?

Trabajo realizado por alumnos de la carrera de periodismo en el curso Área de especialización en Arte, impartido por la docente Patricia Diaz Inostroza. Autora/Estudiante: Raúl Garate 

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